viernes, 28 de agosto de 2015

No Alice, no party

Capítulo 17

Era difícil mantener la calma en momentos como ese, por eso decidí pasar un máximo de diez minutos allí dentro y luego, salir corriendo para volver a esconderme entre las cuatro paredes de mi cuarto. Total, ahora tenía la noche libre, podría hacer lo que me apeteciese, aunque sólo me apetecía estar con Leo.
Me despedí corriendo de todo el mundo y abracé a mi abuelo como si fuese el último abrazo que iba a poder darle. Una vez fuera de aquel hospital volví a encontrarme con Álex en la puerta. ¿No iba a poder librarme de aquel puñetero enfermero?
Me hice la loca y seguí mi camino hacia el bus de vuela. Él, insistió en vernos esa misma noche, pero yo ni siquiera quería escucharle.

-Álex, creo que ya has dicho suficiente por hoy.
-Pero Alice, déjame expli...
-Que no, joder, ¿qué mierda quieres explicar ahora? Has dicho que era mejor que mi abuelo muriese lo antes posible, ¿qué pretendes explicar de eso? Cuando he entrado hoy en esa estúpida habitación he visto esperanza en sus ojos, esperanza de salir de ahí, vivo. Y ahora vienes tú con tus estúpidas buenas intenciones a decirme que la esperanza es lo primero que tenemos que perder todos al cruzar por el umbral de esa puerta. No creo que tengas que explicar nada.

Me di la vuelta sin pensarlo, soportando un millón de lágrimas tras mis ojos rojos, y sin estar segura al cien por cien de todo lo que había dicho gracias a mis nervios. O quizás desgraciadamente.

Perdí la noción del tiempo de vuelta a casa, pues había llegado andando y el camino no me había parecido tan largo.
Probé a llamar a Leo. Necesitaba olvidarme de todo, creerme la reina del mundo, un poco de compañía silenciosa, o quizás un poco de todo lo que me daba él.
Tras dos intentos desistí.

Llené la bañera de agua y sales, y el baño, de velas. Si no me relajaba al menos quizás moría ahogada entre sales o incinerada entre velas de vainilla.
Me desnudé, y me metí poco a poco, disfrutando cómo el calor de del agua me templaba hasta los huesos. Una vez dentro me limité a cerrar los ojos e imaginar que las cosas iban bien.

Tras veinte minutos, o quizás más, sonó el timbre. "Ya volverán a llamar si es importante", pensé. Volvió a sonar dos veces más, y otra más. "Joder, debe de ser bastante urgente para llamar de esa manera". Salí corriendo hacia la puerta medio empapada. Conseguí llegar sin resbalarme y abrí.

-Alice, joder...
Era Leo, y parecía algo preocupado. Sin casi darme tiempo para preguntar qué pasaba, cerró la puerta tras de sí y me besó como si hiciese años que no me besaba. Me abrazó.
-¿Qué ha pasado?- logré preguntar al fin.
.Creía que te había pasado algo. Vi tus llamadas y te he llamado como quince veces y no respondías. Y luego he... Llamado a tu puerta y tardabas tanto que... Joder.
-¿Quince veces? Esas sales deben de ser somníferos o algo así.-intenté tranquilizarle.- Leo, no me ha pasado nada. Estoy entera, aún. Y tú te estás mojando tu camisa favorita y ese pantalón que tanto me gusta. Sólo estaba tomando un baño.
-¿Y esa bañera vale para dos personas?
-Es una bañera hecha a medida, lo siento.- dije intentando que se riese un poco .
-Pues vístete rápido, te vienes a mi casa.
-¿Rápido? Sabes que soy la hermana de las tortugas.
-Rápido, o te vienes así. Cómo más guste la señorita.
-Creo que puedo hacer un esfuerzo y vestirme rápido.